domingo, 1 de septiembre de 2013

EL CUCHUPETAS

Hola, nos habíamos quedado en la noche del viernes en el hotel, ahí seguimos.

El sábado a primera, muy primera hora, despertó Hijo y, por la velocidad a la que se vistió, casi se diría que durmió con el bañador puesto.
Nada más desayunar nos fuimos corriendo a la piscina/playa, siguiendo el plan habitual. Le compramos una rueda/flotador que le sirvió para hacer amigos en la piscina y surfear las olas con no demasiado entusiasmo por su parte, ante la insistencia de Marido (sí, el mismo que la noche anterior se puso a ver Lo imposible), mientras vigilaba atentamente por si la siguiente ola era un tsunami.

Después de tomar algo con los amigos de Marido en el bar de la piscina, quedamos a las 2 para comer con ellos.
Nos llevaron a un sitio increíble, en Villa Unión, El Cuchupetas.
Aquí tenéis el enlace de El Cuchupetas, podéis ver el menú, las recomendaciones y en su facebook cuelgan fotos de los clientes http://elcuchupetas.com.mx/mx/
Es un restaurante que empezó sirviendo en la propia casa y fue creciendo, comprando las viviendas de alrededor, así que hay al menos dos locales, uno enfrente del otro, que son en realidad uno solo. Su cocina es de las mejores del país, hasta el punto que la visitan todo tipo de personajes famosos, muchos políticos y hasta el presidente de la república.
De hecho, mientras esperábamos mesa, llegaron varios jeeps de soldados con pasamontañas y armados hasta los dientes que se desplegaron por la zona para escoltar a otro vehículo, súper blindado, como no. Nos explicaron que esa era la escolta habitual de los cargos políticos en Sinaloa, uno de los principales centros del narcotráfico del país, al menos hasta ahora.
Ni en broma saco yo aquí la cámara, ni el móvil, ni un kleenex así me cuelgue el moco hasta el ombligo, no vayan a pensar que estoy buscando una pistolita, una granada o cualquier otro objeto explosivo y se lo toman a mal. Es una foto prestada de internet y os conformáis con eso, es lo que hay. No soy reportera de guerra, no lo olvidéis, riesgos los mínimos.
El pie de la foto anterior se aplica íntegro a esta imagen. Eso sí, son fieles fidelísimas copias de lo que os cuento, era tal cual lo véis, pero muchos más.
Lo bueno es que, pese al éxito,  el local no ha perdido el encanto, te sirven en platos de plástico y dejan un montón de cervezas en un cubo con hielo para que tú mismo te sirvas las que quieras (o necesites, que hace muchisísimo calor y 10º más).

Anécdotas aparte, la comida fue insuperable, la mejor que he probado hasta ahora en México.
Lo bueno de ir con expertos, que además son clientes habituales y prácticamente de casa, es que te lo dan todo hecho, no puedes equivocarte.
Tomamos AGUACHILE DE CALLOS DE HACHA, difícil de explicar. Son algo así como los pedúnculos con los que las ostras se agarran a las conchas, pero de tamaño gigante, y se preparan en ensalada con tomate, cebolla y pepino 
Eso que parece merluza cruda, debajo de la cebolla, son los callos de hacha.
Después mi favorito, sin duda, la estrella del menú, mientras escribo se me hace la boca agua y me muero por volver a comerlos, OSTIÓN A LA CUCHUPETAS. Son ostras a las que ponen una salsa y meten al horno. Impresionantes, para morirse, una delicia, no tengo palabras y me voy a ahogar con mi propia saliva.
Estoy dándole lametones a la pantalla por si algo del sabor pasa a través de ella. No hagáis lo mismo, además de peligroso es inútil.
Seguimos con KAUQUES A LA CUCHUPETAS, una especie de langostino grande preparado también con una salsa y horneados. Muy buenos, pero después de los ostiones nada era igual.
Por supuesto lo sirven con la carne desprendida de la cáscara, esfuerzos los justos, a ser posible ninguno.
Y por fin, el PESCADO ZARANDEADO, también al horno y exquisito, pero como no me preocupé de hacerle un hueco, casi no lo probé. Habrá que volver para intentarlo de nuevo.
Como se pide por peso y éramos cinco, qué menos que pedir uno de 2 kg. Lo increíble es que apenas nos dejamos nada, somos unos campeones (y unos tragones)
Yo me quedé ahí, pero Hijo quiso helado de coco, que es de coco auténtico y viene dentro de medio coco con su carne y todo, Marido pidió helado de piña, igual que el de coco, servido en su piña, y Beatriz, la esposa del amigo de Marido (aquí no son marido y mujer, son esposo y esposa) tomó HELADO DE ELOTE, es decir, de maíz, que me quedé con ganas de probar, pero realmente no podía más.
Helado de elote (maíz para los no iniciados), viene presentado de lo más mono, dentro de su hoja de maíz, envuelto como si fuera una mazorca, lindo, lindo.
Hasta tal punto estaba llena que me olvidé de comprar unas empanadillas de galleta de maíz rellenas de dulce de cajeta que nos dieron a probar unas vendedoras callejeras antes de entrar a comer y que eran tremendas de buenas.

A Hijo superar ampliamente los 40º le sentó como un tiro, antes de empezar a comer se puso color pimiento y medio dormido, un golpe de calor en toda regla, que se solucionó con Gatorade (consejo del médico al que insistió en llamar el amigo de Marido, un cielo, no pudieron ser más amables) y un vaporizador de agua termal que Beatriz siempre llevaba consigo (la experiencia es un grado).

No soy muy partidaria de hacer publicidad, pero en este caso haré una excepción. Si viajáis a un sitio de mucho calor no está de más llevar algo así en el equipaje, hay tamaños pequeños que pueden ir en una maleta de mano o en el bolso sin problemas.
Nada más terminar el postre dijo que quería irse a la playa (comprensible) y se acercó a la cocina para pedir que viniera un camarero a quitar la mesa y a cobrar, que ya habíamos terminado. Con dos narices, aquí, recuerdo, los niños JAMÁS hacen eso. Ojipláticos y estupefactos se quedaron todos.
Empachados y asfixiados, nos llevaron a dar un paseo en coche por el malecón y terminamos en un chiringuito playero con actuaciones en directo bebiendo cerveza, limonada con agua mineral (en realidad es zumo de lima y agua con gas, todo un invento muy recomendable) y pidieron coco con sal, limón y salsa de chile. Probé, como no, pero prefiero el coco al natural.
El malecón de Mazatlán, con sus 21 km, es uno de los más largos del mundo y está adornado con infinidad de esculturas, como éstas que os enseño.



SÓLO PARA INICIADOS: Este monumento a la mujer de Mazatlán, ¿no os recuerda algo a una parecida que hay en el Muro de Gijón? 
Pedro Infante nació en Mazatlán, y aquí sigue, subido en su moto.
Hijo pidió permiso para darse un baño y, a los pocos minutos, estaba agarrado de la mano de dos niñas que lo ayudaban a saltar las olas y lo sacaban si el mar lo arrastraba hacia dentro.

Ya llevábamos unas cuantas cervezas, así que el fotógrafo enfocó ligeramente desorientado. Estamos fuera de cuadro, pero estamos.
Un nuevo intento del fotógrafo que, cada vez más borracho, perdía puntería al mismo ritmo que ganaba en tasa alcohólica.
Un poco después decidió que quería pasar la rompiente para nadar sin estrés y le pidió ayuda a un joven desconocido al que puso a dar saltos con él cuando venía la ola. Nos pareció ligeramente abusivo y ahí intervinimos para que el pobre hombre pudiera continuar tranquilamente su baño. Genio y figura.

Destrozados y encharcados nos fuimos para el hotel, pero no llegué a la habitación, porque Hijo se fue directo a la piscina, donde permaneció hasta pasadas las 9.30. Tras cenar una pizza medio dentro del agua, medio fuera, decidió que quería acostarse. P´a no creerlo.
Mañana más, que ésto me está saliendo más largo que un día sin pan.

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