viernes, 31 de octubre de 2014

LA PLANCHADA

Ya terminan las fiestas del Día de Muertos y con ellas este tiempo dedicado a los mitos y leyendas más famosos y terroríficos de México y, como no quiero dejar un mal sabor de boca, cerramos este proyecto con la historia de un fantasma "buena onda".

Foto de la época, Hospital Juárez
En el antiguo Hospital Juárez, ubicado en las calles de Jesús María y Fray Servando, en el Centro Histórico del Distrito Federal, se ha venido escuchando desde 1847, una leyenda de una enfermera que se aparece en el interior del hospital. Le dicen “La Planchada” por su ropa almidonada, pues los que la han visto y los que la conocieron coinciden en que se llama así por su pulcritud, pues almidonaba mucho su uniforme para que éste no se arrugara.

Era una chica rubia, alta, de ojos claros y buen carácter, cariñosa con los enfermos y exigente en su trabajo, que cumplía sin un sólo fallo.
Tenía un carácter serio y reservado, por lo que no hacía caso de los admiradores que tenía, llevando una vida tranquila y sin sobresaltos.

No obstante un día se incorporó al hospital un médico nuevo, el Dr. Joaquín, un hombre joven y guapo pero muy ambicioso, orgulloso y prepotente, que trataba con desdén al resto del personal y del que se decía que seducía a todas las mujeres con las que tropezaba.

Eulalia al principio lo ignoró, pero una noche tuvo que asistirlo en una operación para extraer una bala de la pierna de un joven y Joaquín aprovechó la ocasión para mostrarse amable, simpático y encantador. Eulalia sería una chica encantadora, pero no era tan lista, porque se enamoró del doctor y creyó todas sus palabras.
"Y a nuestro primer hijo le pondremos Pinocho"
Aunque todo el mundo la advirtió de la clase de hombre que era, ella no escuchó a nadie y pensó que con ella sería diferente, que la quería y que los demás hablaban así por envidia o ignorancia y siguió adelante con el noviazgo.
Casi un año después Joaquín le pidió matrimonio y ella aceptó de inmediato, feliz como una perdiz.
Cuando ya estaban a punto de fijar la fecha de la boda el maravilloso doctor le pidió a su prometida que le planchase unos trajes que necesitaba para asistir a un congreso médico que duraría quince días durante los cuales estarían separados, pero tan enamorados como siempre.
La ingenua (por no decir boba) enfermera agarró la plancha y se pasó toda la tarde preparando el equipaje de su amado y pensando que el reencuentro compensaría la tristeza de la separación.
"
"Llevo seis horas con la plancha, pero mi Joaquín se lo merece todo". Se merece que le den con la plancha en la cabeza, diría yo.
Él se despidió con un beso, cogió la maleta preparada por Eulalia y se fue tan contento mientras ella se enjugaba una furtiva lágrima.
Una semana después desde el último día en que vio a Joaquín, un enfermero la abordó cuando estaba sola, le declaró su amor y le pidió que por favor lo acompañara a una fiesta como su pareja de baile, pero ella se negó y le dijo que si acaso no recordaba que el Dr. Joaquín y ella tenían una relación… Asombrado y algo herido, el enfermero la miró y le dijo que no entendía cómo es que nadie le había contado que Joaquín renunció en el hospital y se fue a un viaje de luna de miel con su flamante esposa…
Una persona tan ambiciosa con el doctor no podía casarse con una simple enfermera que no tenía nada que aportar, su desposada era una chica de buena familia con un padre que tenía dinero suficiente para que Joaquín pudiera abrir su propio consultorio.
Atónita, Eulalia se dió cuenta que Joaquín la había utilizado y se volvió una persona amargada y fría que permanecía indiferente ante el sufrimiento de los pacientes, a los que desatendía constantemente.
"Si quieres la silla vete tú a buscarla, que no tengas piernas no es mi problema"
Su uniforme dejó de estar impoluto y se veía lleno de arrugas y manchas, descuidó su aspecto y, unos años después, acabó enfermando gravemente y fue ingresada en el mismo hospital donde trabajaba.

Allí pasó de ser una déspota enfermera a convertirse en una paciente más que veía a diario la dedicación y el cariño de sus antiguas compañeras. El sufrimiento que sólo se aliviaba con estas muestras de afecto la hizo replantearse sus últimos años y, aunque no pudo superar la enfermedad y murió en el mismo hospital en el que se labró su desgracia, se arrepintió y volvió a ser la misma mujer dulce y comprensiva de su juventud.
En cierta ocasión, una de las enfermeras que trabajaban de noche se quedó dormida en su turno. Su negligencia le podría haber costado la vida a un paciente que necesitaba una importante medicación para tratar una fuerte infección que hacía peligrar su vida. El hombre, semiinconsciente, observó como una enfermera, a la cual no pudo reconocer porque tenía el rostro ligeramente borroso y como desdibujado, le suministró el antibiótico necesario y, mientras lo arropaba, le dedicó una caricia en el pelo. Un par de horas después, la enfermera que se había dormido en su turno se despertó sobresaltada y, acordándose de lo importante que era suministrarle la medicación al señor, salió corriendo hacia su habitación, temiéndose lo peor. Al llegar allí se encontró que, el goteo que mezclaba el antibiótico con el suero, estaba perfectamente colocado y la dosis era la correcta. Aún asustada, le preguntó al paciente quién le había puesto la medicación. La respuesta la dejó helada: “Su compañera rubia, la que tiene la bata sin una sola arruga”.

Desde entonces hay miles de testimonios de enfermos que hablan de una hermosa enfermera que los ayuda en momentos de gran sufrimiento.


"Bueno, yo sí he vivido algo extraño en este hospital. Hace cuatro años, sino mal recuerdo, cuando trabajaba en el área de diálisis, ocurrió que con frecuencia veía deslizarse algo blanco por entre los cuartos de los pacientes. Pudo ser La Planchada, pues, como cuenta la leyenda, también supe de enfermitos que dicen haber recibido sus medicamentos cuando en realidad, la enfermera en turno no había suministrado medicamento alguno" Enfermera Evita López Cárdenas, área de urgencias del Hospital General de Zona No. 8 "Dr. Gilberto Flores Izquierdo".

"¿La Planchada...? Oh sí, he leído y escuchado acerca de esa leyenda. Se me hace una historia muy interesante, pero la verdad es que nunca la he visto. Tampoco conozco a ningún compañero (a) que haya dado testimonio de su existencia; sin embargo, tampoco puedo afirmar que no existe. Así que lo mejor es guardar respeto por ese ser".
Marco Antonio Cabrera de la Cruz, compañero enfermero de Evita López.

"Creo que La Planchada es una de las muchas leyendas creadas en México, como "La Llorona". Su historia es parte de la creatividad del mexicano. Yo nunca la he visto, aunque debo  aceptar que cuando trabajé de noche, llegué a sentir extrañas percepciones y pudo haber sido ella ¿no?". Lo cierto es que gracias a ella, se habla de nosotras las enfermeras".
María Elena López, Enfermera del cuarto piso de pediatría del Hospital "Dr. Gilberto Flores Izquierdo".

"De La Planchada yo sólo sé que es un alma buena que cuida y procura a los enfermos. Nunca la he mirado, pero tengo amigas que juran haberla visto en el "Instituto Marellac de Enfermería", donde yo estudié. Dicen que era ella porque andaba de blanco, cuando nuestro uniforme era totalmente verde. Pero de este hospital sólo la he escuchado a través de los comentarios de mis compañeras, sobretodo de las que trabajan en la noche".
Emma Pérez Rangel, quien trabaja como enfermera en el cuarto piso de Pediatría de la clínica No. 8 del IMSS.

Aunque la mayoría de las apariciones ocurren en el Hospital Juárez hay noticia de que en otros centros también ha estado la Planchada cuando ha hecho falta. No estaría mal que fuese a España, a ver si mejora la sanidad y acorta las listas de espera; si me la tropiezo se lo comentaré.

jueves, 30 de octubre de 2014

EL CALLEJÓN DEL AGUACATE

Después de un relato de fantasmas amables toca volver al camino del horror y para ello nada mejor que un paseo por el Callejón del Aguacate, en Coyoacán.
Escondido en el barrio de Santa Catarina, detrás de la casa de cultura "Jesús Reyes Heroles", en la calle Francisco Sosa número 202, se encuentra un pequeño callejón empedrado de no más de 4 metros de ancho en el que, según cuentan, se pueden vivir las más aterradoras experiencias.


La leyenda maldita comienza en los tiempos en que Lázaro Cárdenas era presidente del país (1934-1940). 

En esa época vivía allí un alto cargo del gobierno y su familia. Personajes muy destacados de la política se reunían en esa casa a practicar la ouija y ritos de magia negra con el fin de deshacerse de sus enemigos, la ouija les decía quienes querían perjudicarlos y ellos los mandaban matar. Una noche que Lucifer se sentía juguetón, la aguja comenzó a señalar a los propios invitados y, para evitar incómodas discusiones, el dueño de la casa se los cargó a todos, un hombre precavido.

Se ve que a Satán le hizo mucho gracia el asunto, porque en el mismo lugar se dice que una familia entera hizo un pacto con un espíritu de la ouija, el cual les revelaba secretos sobre personas que les querían hacer mal, un día este fantasma le dijo al señor en privado que su propia familia estaban en su contra y esto hizo que el cabeza de familia perdiera los estribos y los asesinara a todos aprovechando que los tenía a mano.
Mejor les hubiera ido jugando al parchís
Un día los vecinos se percataron que hacía dos semanas que no veían a nadie de esa casa y esto hizo que sospecharan y hablaran a las autoridades. Cuando la policía llego a la casa de la esquina del Callejón del Aguacate se encontró muerta a todos los miembros de la familia, el servicio incluido, y al padre degollado y desangrado. La cabeza nunca fue encontrada, pero aparece en el callejón buscando venganza y desquitándose con los transeúntes habituales de Coyoacán en nuestros días. Tal vez de ahí venga la expresión "perder la cabeza", demasiado literal en este caso.
A una mala puede elegir entre todas estas "cabezas"; cierto que no es lo mismo, pero para un apaño vale.
Como no hay dos sin tres, y parece que los tiempos de Lázaro Cárdenas fueron de gran actividad demoníaca, vivía también en el Callejón del Aguacate un militar de bastante mal carácter que todos los días, al entrar y salir, se tropezaba con un niño al que le fascinaba su uniforme y su aspecto y constantemente lo molestaba con sus preguntas y su insistencia en que jugara con él a los soldados.



La impertinencia del niño lo irritaba más y más hasta que un día lo desesperó tanto que comenzó a golpearlo brutalmente y, no contento con eso, lo arrastró hasta un árbol próximo y allí lo ahorcó.
Desde entonces se oyen los gemidos y gritos de dolor del niño y se puede ver su cara de sufrimiento en el tronco del árbol donde fue asesinado.
Para quienes han visitado este lugar a media noche se siente el ambiente lúgubre y tenebroso, recordando aquel cruel suceso, quedando como único testigo un monje que observaba el asesinato desde el claustro, donde vivían siete monjes y cuyo rostro horrorizado aparece aún en la ventana.

En el mismo callejón hay una casa abandonada (con semejantes historias no entiendo que no estén todas abandonadas) a la cual tres jóvenes entraron en busca de un tesoro, pero, cómo no, la cosa acabó mal. Todos ellos pensaron en quedarse con el dinero y traicionar a los otros, así que terminaron matándose unos a otros y quedando condenados a una maldición eterna que les impide abandonar la casa. Los que se atreven a entrar en ella lo pagan con su vida, puesto que los fantasmas no permitirán que nadie se lleve un tesoro que les costó tan caro conseguir.


Una de las leyendas más “nuevas” del callejón es que en la esquina donde se encuentra un pequeño altar a la Virgen, se dice que una niña de siete años fue brutalmente atropellada cuando jugaba allí.
El hombre se dio a la fuga y la pequeña quedó agonizando, momento que aprovechó el diablo para proponerle un pacto a cambio de salvarla. Sin embargo todo era una trampa, pues lo único que hizo fue llevarla a una dimensión de donde jamás logró salir, salvo para aparecer por el callejón entre las dos y las tres de la mañana intentando engañar a algún incauto y quedarse con su alma para liberar la propia.

Con semejante panorama no es raro que otra leyenda del Callejón del Aguacate diga que la Virgen que está en la hornacina situada en la esquina del callejón llore todas las noches cuando suenan las doce.

Se cree que es un lugar que Satán utiliza como si una boca de metro se tratase, entra y sale por ahí como Pedro por su casa. Para no estar sólo y aburrido se apodera de los pobres ignorantes que se acercan por allí y los atrae al mal, convirtiéndolos en enviados del infierno.
Si quieres conocer este interesante lugar aquí tienes el plano para poder llegar.

Pero recuerda, a cualquiera le puede ocurrir, si paseas por este lugar maldito no estás libre de ser poseído por el mismísimo Príncipe de las tinieblas.




martes, 28 de octubre de 2014

DE VOLCANES Y OTRAS CURIOSIDADES

Voy a hacer un paréntesis de mitos y leyendas mexicanos para tratar miedos más reales.

Como se ha despertado la curiosidad de algunos de vosotros por los volcanes, los terremotos y demás catástrofes naturales, os dejo unos enlaces donde hablan de ellos.

Éste es el enlace del CENAPRED, la página oficial del gobierno para la prevención de desastres naturales donde se registra e informa de la actividad de los volcanes.
aquí podéis leer la leyenda del volcán Popocatepetl.

Este terremoto fue de 7.2, el 18 abril de 2014, y me tocó vivirlo. Estos edificios se veían desde mi casa anterior, y esta es una recopilación de algunos videos de ese día.
La razón de por qué los terremotos se sienten tan fuertes en México DF es porque la ciudad está construida sobre una laguna y la base es como gelatina, cuando llegan las ondas sísmicas el suelo tiembla de un lado a otro (oscilatorio) y de arriba a abajo (trepidatorio), multiplicando los efectos devastadores del temblor. Esto lo sabréis quienes hayáis investigado sobre la fundación de la antigua Tenochtitlán.

Y las inundaciones tienen un origen similar, pero se acentúan por la enorme cantidad de personas que viven en el DF y los sistemas de drenaje y de acometida y abastecimiento de aguas están obsoletos, además del inexistente cambio climático que ha aumentado la cantidad de agua caída y el periodo de lluvia.
También llegan aquí coletazos de los numerosos huracanes y tormentas tropicales que pasan por la costa de México.
El año pasado sufrimos dos huracanes importantes, Manuel e Ingrid y este año acaba de pasar el Odile.

Y ya, como muestra vale un botón. Disculpas a todos los que no les gustan las historias truculentas, en nada vuelvo a la normalidad, prometido.

LA NOVIA MÁS BONITA DE CHIHUAHUA

En México como en ninguna otra parte se mezcla y confunde el mito y la realidad, no hay una frontera entre lo real y lo sobrenatural. Y no todas las historias tratan de fantasmas malvados que roban almas y niños, también hay espíritus amables que ayudan a los vivos, como en este caso.
La que se considera la novia más bonita de Chihuahua no es una persona, es un maniquí o algo muy parecido.
La Señora Pascualita Esparza Perales de Pérez era la propietaria de la tienda de vestidos de novia más exclusiva de la ciudad, "La Popular".
Doña Pascualita etc, etc
Doña Pascualita tenía una hija muy bonita que un día se enamoró y fijó fecha para su boda.
Madre e hija cosieron juntas el hermoso vestido que luciría camino al altar.
Por fin llegó la tan esperada fecha del enlace y la feliz novia, ayudada por una orgullosa Doña Pascualita, se vistió y los que la vieron dicen que estaba deslumbrante. Sólo faltaba un detalle, la corona de diminutas flores que sujetaría el velo de tul. 
La joven la alzó sobre su cabeza con emoción contenida y, de improviso, un alacrán oculto en el tocado se desprendió del adorno y picó a la infortunada novia.
Nada se pudo hacer por ella, el veneno mortífero extinguió su vida en pocos momentos y murió en los brazos de su madre ante la dolorida impotencia del que no llegó a ser su esposo.
No mucho tiempo más tarde, el 25 de marzo de 1930, Doña Pascualita colocó en el escaparate de "La Popular" un extrañamente perfecto maniquí que guardaba gran parecido con su hija fallecida y al que llamó "Chonita" porque llegó el día de la Encarnación. Según ella el maniquí venía de Francia y fue hecho por encargo.
Sin embargo resultaba excesivamente realista, su mirada no estaba fija, sus manos parecían de verdad, hasta daba la sensación de que respiraba. En seguida la gente comenzó a murmurar que se trataba del cadáver de su difunta hija, que lo había embalsamado y colocado en la tienda para tenerla siempre cerca de ella.



Tan hermosa era que venía gente de todo el país para contemplarla de cerca y se llegó cortar el tráfico de la calle Libertad, donde estaba la tienda original, por la aglomeración de gente agolpada delante del escaparate.
Por ser un maniquí de cera, con cabello, cejas y pestañas naturales insertadas uno por uno, Chonita requería una serie de cuidados especiales, además de aquéllos propios de cualquier persona, como es el baño con champú.
En una ocasión llegaron a la tienda, ya ubicada en la esquina de las calles Ocampo y Victoria, unos judiciales con la orden de hacer una investigación dado que los rumores no cesaban y llovían las denuncias por tener un presunto cadáver en un local público.
Pascualita pidió a los policías que regresaran después, porque Chonita se encontraba en su baño, ante lo que los investigadores acumularon más dudas e insistieron en el caso. 
Si es que no falla, es meterte en la bañera y sonar el timbre 
Tanta fue la insistencia, que el maniquí fue sacado, envuelto en una bata y con una toalla cubriendo su cabello. Se les permitió revisar sólo el rostro, encontrando que era de cera con perfectos ojos de cristal. Sin una prueba del delito se marcharon aún dudosos. El hecho se difundió en los periódicos, lo que sólo logró acrecentar la leyenda.
Hay numerosos testimonios de empleadas de la tienda y de taxistas que pasan a menudo por el escaparate que aseguran que el maniquí cambia de lugar durante la noche, enciende y apaga las luces y hasta aparece con un vestido diferente al que llevaba. Cuando se aproxima la fecha de su fallida boda se puede ver cómo Chonita derrama lágrimas de tristeza.
En 1988 acudió al establecimiento una mujer explicando que hace años estaba en la esquina de la calle frente a la figura. En ese momento pasó por allí su celoso novio y le disparó, pero segundos antes vió  el rostro de la Chonita y sintió el impulso de tirarse al suelo, con lo que la bala sólo la rozó. Despertó más tarde en el hospital, convencida de que ésta le había salvado, y desde ese día dedicó sus plegarias a la espectral novia y le lleva flores.
También se cuenta que un poderoso chamán de tierras lejanas, pasó por el escaparate y se enamoró inmediatamente de Chonita y utilizó su magia para darle vida. Vivió dos meses en Chihuahua y cada noche, al dar las diez, esperaba a su “amante” en la calle Victoria. Llevándola del brazo, visitaba los mejores lugares de entonces, como el hotel Hilton, la cafetería de la esquina o el casino.
Pascualita de paseo una noche cualquiera
Sea o no cierta la leyenda, las novias de Chihuhua consideran de buen augurio casarse con el vestido que tiene puesto Chonita, que siempre es el más hermoso del local y, generación tras generación, acuden a "La Popular" que sigue abierta después de la muerte de Doña Pascualita en 1967 y es regentada por sus descendientes.
Con el tiempo dejó de hablarse de "Chonita" y empezaron a referirse a ella como "la hija de Pascualita", para acabar llamándola Pascualita, que es como se la conoce actualmente.

viernes, 24 de octubre de 2014

LA LLORONA

Hay muchas versiones del más famoso mito de terror mexicano, La Llorona, a la que le cantó la gran Chavela Vargas, (en el enlace tenéis un video con imágenes de Frida Kalho, a ver si descubrís por qué). Yo os voy a contar las que me parecen más interesantes.
Hace mucho tiempo, en la época de la conquista española, uno de los conquistadores tenía, como era habitual en aquellos días, una amante indígena que le dió tres preciosos hijos.

A pesar de que ella le pedía formalizar su relación, con el paso del tiempo y al llegar la hora de buscar esposa, el caballero escogió a una dama española de la nobleza que viajó hasta México para contraer matrimonio, abandonando por ella a la madre de sus hijos.
Presa de los celos y el despecho fue en busca de los niños y, uno por uno, sumergió sus cabezas en el lago Texcoco sobre el que se había fundado la antigua Tenochtitlan hasta que dejaron de respirar. El agua arrastró sus cuerpos y nunca más aparecieron.
Cuando reaccionó y se dió cuenta de lo que había hecho enloqueció por completo y se suicidó.
Al llegar a las puertas del Cielo le preguntaron por sus hijos y, al no poder decir dónde estaban ni ser capaz de contar lo que había ocurrido con ellos, fue condenada a vagar eternamente, a ser un alma maldita que no encontraría jamás el descanso en la otra vida, una criatura pavorosa de la oscuridad.

Se convirtió así en un espectro en pena que vaga en las noches desesperada clamando por sus hijos y gritando con voz desgarradora "¡MIS HIJOS, MIS HIJOS¡, ¿DÓNDE ESTÁN MIS HIJOS?".
Cuentan que los busca por todas partes y se lleva a los niños de sus camas tratando así de hacerse la ilusión de recuperar a los que perdió y conseguir su entrada en el Cielo.
Muchas personas aseguran haberla visto y oído, con sus flotantes ropas blancas, su rostro deformado por el dolor y el sufrimiento lanzando su horrible grito de angustia. Quien ha tenido la desgracia de encontrarla no ha recuperado jamás la cordura.
A tal punto llegó la situación que una vez afianzada la conquista, allá por mediados del siglo XV, las autoridades tuvieron que tomar medidas para proteger a la población de la Llorona y se decretó el toque de queda en la ciudad de México a partir de las 11 de la noche. A esa hora comienza la tétrica ronda de este espectro que hoy en día sigue aterrando a los mexicanos que se la tropiezan en las calles que rodean el Zócalo de la capital, el lugar en el que aparece y  desaparece cada noche.

Algunos creen que en realidad la Llorona representa a la Malinche, la indígena que se convirtió en amante de Hernán Cortés y que sirvió de traductora a los españoles, ayudándoles en la conquista. Es considerada una traidora a su pueblo y su espectro, torturado por los remordimientos, no encuentra reposo.
Cuadro del pintor mexicano Alfredo Ramos Martínez
Según otra versión es la diosa Cihuacóatl que, sabiendo lo que supondría la llegada de Hernán Cortés y sus tropas para el imperio azteca, emergió de las aguas para avisar del peligro que se cernía sobre Tenochtitlán mientras se lamentaba y lloraba diciendo "¡Ay hijos míos!, vuestra destrucción está próxima. ¿A dónde iréis, a dónde os podré llevar para que escapéis a tan funesto destino?. Hijos míos, estáis a punto de perderos".

Hay incluso una leyenda más antigua. Mucho antes de que los españoles llegaran a México, la gente que habitaba la zona del lago de Texcoco, podía escuchar en las noches los lamentos de una mujer que estaría por siempre vagando y llorando la muerte de su hijo y la suya propia. La llamaban Chocacíhuatl, la primera de todas las madres que murió al dar a luz. Allí, sobre las brumas del agua, flotaban en el aire las calaveras descarnadas y separadas de sus cuerpos (Chocacíhuatl y su hijo), al acecho de cualquier viajero imprudente que hubiese sido atrapado por la oscuridad de la noche para llevándoselo consigo al inframundo. Era una de las deidades más temidas en la cultura prehispánica, y no es para menos.
Como veis hay versiones para todos los gustos, pero todas ellas coinciden en una cosa: un ser espectral con forma de mujer que se lanza gritos desesperados que aterrorizan a quien los escucha y que se lleva con ella a quien tiene la desgracia de verla.

Para que os hagáis una idea de cómo es la Llorona, sólo tenéis que imaginar a vuestra madre si llegáis a casa con, pongamos, 4 suspensos. Su rostro desencajado, su pelo revuelto, la espuma saliéndole por las comisuras de la boca, sus aullidos desgarradores, sus intentos por agarraros y llevaros con ella a un lugar de dolor y desesperación y el terror que os provoca su mera presencia, es lo más parecido a tener una encuentro con este ser espeluznante.
Por favor, por vuestro bien, no hagáis nada que pueda despertar a la Llorona que toda madre lleva dentro.
La noche del 1 de noviembre se representa el mito de la Llorona en los canales de Xochimilco, el mismo lugar en el que está la Isla de las muñecas.

No se me ocurre mejor manera de pasar la noche. ¿Y a vosotros...?. Para el que prefiera un plan diferente puede pasar un rato viendo este video, "Hasta los huesos". Nos volveremos a ver.